Nació el mismo año que el hombre viajó a la luna. Quizás por eso, desde pequeño ha sido muy viajero.
«Mira a un lado, al otro, arriba y abajo», le decía su abuela antes de cruzar la calle y él, obediente, lo hacía siempre que iba a visitarla para evitar los peligros y los lobos.
Trabajó en hoteles y aeropuertos hasta que un día decidió buscar su camino de baldosas amarillas. Si alguien le hubiera dicho que cuando fuera mayor se iba a dedicar a ilustrar e inventar libros, no se lo hubiera creído. Ya lo decía el Principito: «Caminando en línea recta no puede uno llegar muy lejos».
Sus libros han sido traducidos a 17 idiomas. Ha ganado un Premio Junceda, un Premio de la Fundación Cuatrogatos, siendo finalista en otra ocasión, y ha sido seleccionado en la Muestra The Braw Amazing bookshelf de la Feia del libro infantil de Bolonia entre otros reconocimientos. Actualmente reside en Cataluña.
Más que ilustrar Cinco palabras mágicas, me da la sensación de que he sido director de cine. Los personajes estaban tan bien escritos que parece que hayan actuado delante de mí, y lo único que he tenido que hacer es pensar dónde coloco la cámara. Es un lujo ser un espectador de un guion tan bien engrasado.
